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Cómo Cuidar tu Piel: Tus 50s y más Allá

Con los estilos de vida sanos y la mayor expectativa de vida de la actualidad, a los 50 acabas de empezar.

En lo que respecta a tu piel, puedes esperar varios cambios. En esta etapa de tu vida, las células subyacentes empiezan a aplanarse, causando que se vuelva más delgada.

Los dermatólogos explican que la piel madura ha perdido la tonicidad y la firmeza. Esta falta de firmeza en el sostén global de la estructura cutánea se produce por un déficit en la densidad de la dermis que pierde sustancia fundamental, un gel de componentes esenciales rellenos de agua donde se encuentra el colágeno que da estructura a la piel y las células que lo producen, y que garantiza el volumen de la piel y la cohesión de los tejidos. 

Al perder sustancia fundamental los elementos que forman el gel se desconectan, dejando escapar el agua, entonces el metabolismo de la piel se ralentiza y la producción de colágeno y elastina disminuyen experimentando un adelgazamiento de sus capas  ocasionando que se vea seca, áspera y deshidratada. y así poco a poco  convertirse  en  menos suave y elástica hasta que se desploma cayendo con flacidez. 

Esto transforma la fisonomía, desdibujando los contornos, sobre todo del óvalo de la cara y el cuello.

EL CUELLO, LA PROLONGACIÓN DEL ROSTRO

A pesar de la importancia que se le da en el campo estético al cuello, no ocurre lo mismo a la hora de cuidarlo. Pero siempre hay que entenderlo como la prolongación del rostro.

 

¿Cómo es la piel del cuello?

La piel del cuello y del escote es  muy vulnerable porque no posee un buen sostén muscular y es pobre en glándulas sebáceas, causa por la cual pierde elasticidad fácilmente. El debilitamiento del tejido graso hace que se acumule más grasa aún, provocando la temida papada.

La piel del  cuello es muy fina y se deshidrata con rapidez  lo que implica que aparezcan, casi sin darnos cuenta, arrugas cruzadas en el escote. Posee también menos melanocitos (células productoras de melanina, el pigmento que da color a la piel y la protege de los rayos ultravioletas del sol) que en el rostro.

Su fragilidad se manifiesta con:- una pérdida temprana de humedad, las fibras elásticas se van rompiendo, se altera la microcirculación y, todo ello, provoca que aparezcan las arrugas en collar llamadas “anillos anuales” o “anillos de Venus” y el descolgamiento del contorno facial. La piel del cuello y del escote es más sensible, de hecho tiene cierta similitud con la piel de los párpados en el sentido de que los pliegues que se forman son debidos al movimiento que realizamos diariamente y por lo tanto tiende a marcarse rápidamente y a perder firmeza.

Casi siempre se nos olvida que la cara sigue más allá de la barbilla, y al no recibir los productos adecuados pierde elasticidad, se reseca y aparecen arrugas. El mejor cuidado para el cuello es extender la rutina que utilizamos en nuestro rostro al cuello, con limpieza, tonificación e hidratación y seguir estos consejos:

La noche es el momento apropiado para los productos que ayudan a reducir las líneas de expresión y la pérdida de tono y humedad. Una buena crema de noche apoya los esfuerzos nocturnos de tu piel. Así que, después de limpiar y tonificar cada noche, aplica una fórmula rica diseñada para tus necesidades específicas.

Incorpora en tu rutina semanalmente una mascarilla en el rostro, y extiende la aplicación al cuello y al escote.

Lleva una dieta que evite la retención de líquidos, ejercicios faciales y un maquillaje adecuado.


Realiza ejercicios faciales. Por ejemplo, pronuncia todas las vocales abriendo la boca al máximo. Estirar el cuello y desplazar el maxilar inferior hacia delante para tonificar la zona. Saca la lengua e intenta tocarte la nariz con ella.



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